En el año 1486 el Rey Don Fernando el Católico crea el Marquesado de Villafranca. Desde esa fecha se empezó la construcción de un Castillo en Villafranca como sede del Marquesado, cuya obra se desarrolla principalmente en el S. XVI.
El Castillo ha sido desde entonces residencia del Marquesado de Villafranca, pasando de padres a hijos desde esa fecha hasta el día de hoy. En la guerra de la Independencia -Enero de 1809- fue quemado por las tropas inglesas y francesas. En 1850 Don Joaquín Caro y Álvarez de Toledo hereda de su madre Doña Tomasa Álvarez de Toledo, Marquesa de Villafranca y Condesa de Peña Ramiro las ruinas del Castillo, iniciando inmediatamente la restauración del mismo. Para ello solicitó la colaboración del destacado arquitecto de esa época Don Arturo Mélida, que reconstruyó la parte sur y los laterales este y oeste, dejando el resto en ruinas. Desde ese año es residencia de los Condes de Peña Ramiro y de sus descendientes
El Castillo, de planta cuadrangular y posee cuatro torreones circulares en sus esquinas y techos de pizarra negra con variados motivos heráldicos decorando muros y puertas, de entre los que destaca el escudo del marques de Villafranca.
Los propietarios del Castillo de Villafranca han decidido abrir las puertas del monumento al enoturismo y a la promoción de los principales productos agroalimentarios del Bierzo.
En su visita podemos conocer el antiguo lagar rehabilitado, asi como las zonas exteriores del ala oeste de la fortaleza, lo que permite visitar áreas como la bodega, subterráneos y el patio de los Nogales.
El vino del Castillo de Villafranca se elabora con las uvas procedentes de las más de 9 hectáreas de viñedo que rodean la fortaleza. Se produce llevando a cabo un exhaustivo control del viñedo durante el ciclo vegetativo, aplicando los sistemas de producción integrada en campo y trazabilidad en bodega, además del factor humano y el desarrollo de nuestra propia viticultura.

BODEGA TRADICIONAL